jueves, 20 de enero de 2011

RETORNO A LA EDUCACIÓN SUPERIOR EN EL MERCADO LABORAL

Por Eunice Milagros Paucar Muñoz
Lic. EN EDUCACIÓN
¿Vale la pena el esfuerzo?

La crisis universitaria en el Perú es tan grave como la de cualquier país subdesarrollado en el que existen desigualdades abismales y en el que la Educación nunca es una prioridad a ser atendida por los gobiernos de turno.

Actualmente, las universidades se encuentran en una nueva etapa de transición, como resultado de una serie de tendencias internacionales: la democratización y la masificación de la educación superior; el estilo del crecimiento económico, en el cual el conocimiento desplaza al trabajo físico como factor de producción relevante; la globalización, que ha transformado la educación en una actividad empresarial; y el aumento de la competencia, que presiona a las universidades a disputarse los alumnos1. A estas tendencias, se debe agregar las facilidades que brindan las redes telemáticas al accionar de las instituciones de educación superior, lo cual no solo contribuye a la enseñanza, sino que también ha permitido la expansión de programas de educación a distancia, en muchos casos, de dudosa calidad.

Al margen de las buenas intenciones, un primer inconveniente es que la ley no parte de un diagnóstico sobre las necesidades de la educación superior en el siglo XXI ni plantea explícitamente las competencias, es decir, los conocimientos, habilidades, actitudes y valores que deben generar las universidades en los profesionales de la sociedad del conocimiento: integridad; liderazgo; trabajo en equipo; aprendizaje permanente; desarrollo autónomo; sensibilidad social; espíritu emprendedor; comprensión de diversas culturas; capacidad de comunicación con diferentes audiencias; destreza en la solución de problemas; pensamiento reflexivo, analítico y crítico; capacidad para buscar, procesar y asimilar información; creatividad e innovación en la producción de conocimiento y en el desarrollo de tecnología; por mencionar algunas.

En las últimas décadas el número de profesionales que ingresa cada año al mercado laboral peruano se ha multiplicado 65 veces. Hoy en día estudian en el Perú medio millón de jóvenes en 85 universidades, mientras que cerca de cuatrocientos mil jóvenes se forman en más de un millar de institutos superiores no universitarios.
La oferta de educación superior parece crecer sin  mayores límites mientras que los jóvenes pasan casi por inercia de la secundaria a los estudios superiores.

La imagen temible del profesional taxista o abiertamente desempleado o ganando muy poco en su propia especialidad asusta. Sin embargo, siguen egresando cerca de cien mil profesionales universitarios y técnicos con estudios superiores todos los años en nuestro país. Y muchos se preguntan si vale la pena todo este esfuerzo de inversión individual, familiar y como sociedad.

¿Todavía es cierto que una carrera superior universitaria o no universitaria aumenta los ingresos esperados del individuo en el complicado mercado laboral peruano? ¿Resulta tan rentable como cualquier otra inversión económica o financiera alternativa?

La presente investigación encuentra evidencia mixta acerca de la rentabilidad de la inversión en educación superior en el mercado laboral peruano. Gracias a la convexificación de los retornos a la educación, la educación universitaria (privada y pública) ofrece actualmente rentabilidades privadas y sociales reales comparables con otras alternativas de inversión financiera y económica. (Gustavo Yamada; Facultad de Economía y Centro de Investigación de la Universidad del Pacífico)

Principales resultados

En cambio, la educación superior no universitaria tiene rentabilidades privadas y sociales muy por debajo de cualquier inversión alternativa disponible llegando a ser cercana a cero en términos reales en algunos casos.

Esta situación se explica posiblemente por factores tanto  de demanda como de oferta. Por un lado, todos sectores están demandando cada vez más mano de obra calificada porque sus procesos productivos requieren de competencias profesionales transversales en sistemas, tecnologías de la información y otros campos del saber.

Por otro lado, se requiere compensar las falencias de la  educación básica en nuestro país con mas años de educación (llegando hasta el nivel superior universitario), a fin de poder alcanzar el mínimo adecuado de competencias laborales necesarias para desenvolverse en un puesto de trabajo competitivo en pleno siglo XXI.

Puedo concluir que al margen de todos los problemas que tienen el Perú con relación a la educación universitaria, no debemos olvidar que el rol de la universidad va más allá de formar profesionales y supone también cultivar la filosofía, el arte, la cultura y la política como aspectos centrales en la formación humana.

Para lo cual necesitamos de docentes universitarios capaces de crear óptimas condiciones para facilitar el aprendizaje de los estudiantes. Esta tarea supone tener solidez académica, pensamiento autónomo pero, especialmente, desarrollar una pasión por el crecimiento del otro, ser respetuoso con el otro como es y como quiere llegar a ser, es decir, tener tacto pedagógico.
 

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